«Mitos y tendencias del consumo alimentario» UPA

Agronews Castilla y León

10 de agosto de 2016

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Las mujeres y los hombres que trabajan en la agricultura y la ganadería son, antes que nada, productores de alimentos. Producir alimentos es el fin principal de toda actividad agraria y para que esa actividad tenga sentido precisa, al final de una cadena más o menos compleja, de unos consumidores finales que demanden la oferta generada por esos productores. Esto es algo simple y que todos entendemos. El problema surge cuando diferentes intereses y valoraciones vienen a influir en las demandas de los consumidores finales, induciéndoles a modificar sus hábitos alimenticios y a optar por unos u otros alimentos. Las tendencias del consumo alimentario, cambiantes y afectadas por factores difíciles de predecir, tienen una importancia fundamental para el futuro de las producciones agrícolas y ganaderas y ese es el tema al que queremos hacer referencia en este artículo.

Cambios en el consumo alimentario

La fugacidad de las modas alimentarias parece haberse acelerado durante los últimos tiempos. Es evidente que no comemos igual que lo hacían nuestros padres o nuestros abuelos, pero ahora los cambios no pueden valorarse tomando como unidad de medida a las generaciones o, incluso, a las décadas, sino que hay que utilizar periodos temporales mucho más cortos. Surgen continuamente nuevos alimentos, mientras que otros pierden popularidad en un carrusel que resulta difícil explicar. Existe eso que se llama “líderes de opinión”, formados por un variopinto conjunto de periodistas, “famosos”, deportistas y otras personalidades, que tienen una influencia enorme en lo que comemos y en cómo comemos. De todas formas, no hay que olvidar que detrás de todos esos formadores de la opinión pueden detectarse unos intereses económicos concretos y que, en la mayoría de las ocasiones, cada alimento “ganador” o “perdedor” supone también que unos grupos económicos “ganan”, mientras que otros “pierden”.

Sea como sea, las dietas están cambiando a gran velocidad. La vida actual tiene poco que ver con la que llevábamos hace unos pocos años y algunos alimentos y presentaciones se adaptan mejor a nuestras condiciones actuales de trabajo y ocio. Nunca hemos estado más preocupados por nuestra salud y por lo que comemos y esa preocupación nos hace muy sensibles ante noticias que “premian” o “castigan” a determinados alimentos.

Es difícil resumir las características generales de la dieta moderna, pero podemos decir que, en general, en las sociedades más desarrolladas tendemos a comer en exceso, nuestras dietas registran un gran consumo de proteínas animales y materias grasas, el consumo de azúcares también tiende a ser excesivo, las conservas y los alimentos refinados forman parte del consumo cotidiano, hemos reducido el consumo de cereales y legumbres, abusamos de preparaciones con altas temperaturas y abusamos también de alimentos preparados, con adición de conservantes, emulsionantes, potenciadores de sabor, espesantes, etc.

Pirámide de la dieta mediterráneaLas dietas saludables y la dieta mediterránea

Decimos que una dieta es saludable cuando la alimentación proporciona los nutrientes necesarios para mantener la salud del organismo, en el momento actual y también en el futuro. De forma muy general, creemos que una dieta es saludable cuando:

  • Es variada, constituida por diferentes tipos de alimentos, ya que ninguno es capaz de aportar todos los nutrientes necesarios.

  • Es suficiente en su provisión de energía y nutrientes.

  • Está adaptada a las necesidades fisiológicas de cada persona, al entorno y a sus rasgos culturales.

  • Es equilibrada, con una combinación de hidratos de carbono o azúcares (50-60%), grasas (30-35%) y proteínas (10-15%).

La llamada dieta mediterránea constituye una herencia cultural que nuestro país comparte con otros vecinos y que ha sido considerada como una pauta nutricional muy saludable, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El decálogo propuesto por la Fundación Dieta Mediterránea es el siguiente:

  1. Utilizar el aceite de oliva como principal grasa de adición.

  2. Consumir alimentos de origen vegetal en abundancia: frutas, verduras, legumbres, champiñones y frutos secos.

  3. El pan y los alimentos procedentes de cereales (pasta, arroz y especialmente sus productos integrales) deberían formar parte de la alimentación diaria.

  4. Los alimentos poco procesados, frescos y de temporada son los más adecuados.

  5. Consumir productos lácteos diariamente, principalmente yogur y quesos.

  6. La carne roja se tendría que consumir con moderación y si puede ser como parte de guisos y otras recetas, y las carnes procesadas en cantidades pequeñas.

  7. Consumir pescado en abundancia y huevos con moderación.

  8. La fruta fresca tendría que ser el postre habitual. Los dulces y pasteles deberían consumirse ocasionalmente.

  9. El agua es la bebida por excelencia en el Mediterráneo. El vino debe tomarse con moderación y durante las comidas.

  10. Realizar actividad física todos los días, ya que es tan importante como comer adecuadamente.

Los alimentos sin gluten. Necesidad para unos y moda para otros

En los últimos tiempos se ha registrado un notable aumento de las ventas de alimentos sin gluten. El gluten es un conjunto de proteínas contenidas en el trigo, la cebada, el centeno y la avena. Los celiacos son las personas que presentan una intolerancia permanente al gluten. En nuestro país hay unos 450.000 celiacos, aunque se supone que su número puede ser mayor. La OMS estima que los celiacos son entre el 1% y el 2% de toda la población mundial.

El caso es que, basado en campañas publicitarias y asociando la ingestión de alimentos sin gluten a dietas de adelgazamiento y a algunas supuestas consecuencias beneficiosas para la salud, muchas personas que no presentan ningún tipo de intolerancia ante esta proteína han comenzado a consumir de manera habitual alimentos sin gluten. Se estima, por ejemplo, que el 30% de los adultos de Estados Unidos consume productos con gluten. En ese país, muy proclive a ser influido por este tipo de paranoias alimentarias, las ventas de alimentos sin gluten eran en 2006 de 935 millones de dólares, mientras que el año pasado llegaron hasta 5.500 millones de dólares. Hay que recordar, por si alguien no lo tenía presente, que los alimentos sustitutivos libres de gluten son notablemente más caros que los convencionales, con lo cual nos encontramos ante una nueva variante del negocio perfecto. En esta cruzada, algunas celebridades han cumplido un papel de apostolado muy eficaz. Lamentablemente, esta moda no ha tardado en llegar a Europa y, en concreto, a nuestro país.

España se sitúa como tercer país del mundo en el ranking de lanzamiento de productos sin gluten, solo por detrás de Brasil y Estados Unidos. Aunque hay que alegrarse por los celiacos, es evidente que muchos de los consumidores de todos esos productos no presentan ninguna intolerancia al gluten y son conversos de una de las últimas modas alimentarias que nos invaden.

Una ganadera de vacuno de leche durante el ordeño

Nuevas tendencias alimentarias: leche de vaca u otras leches

El consumo de leche en España registra una evolución descendente desde comienzos de siglo. En el año 2000 el consumo llegaba hasta 4.025 millones de litros, mientras que en 2015 se quedó en 3.270 millones de litros. El consumo per cápita en 2000 era de 99,9 litros, mientras que ahora apenas rondamos los 73 litros. Esta tendencia no es exclusiva de España, sino que refleja una caída en las ventas de un alimento básico que, hasta hace poco, era considerado como uno de los pilares de una dieta saludable. Varios factores han contribuido a esa pérdida de prestigio de la leche. La pelea contra las grasas, los prejuicios contra las proteínas animales y la mala prensa de la lactosa han formado un cóctel nocivo que ha hecho que la leche haya perdido pie en la competencia por tener un lugar de privilegio en las dietas de las sociedades desarrolladas.

El sector ha intentado reaccionar ante esta especie de tormenta perfecta. Las leches desnatadas y semidesnatadas han ido ganando cuotas de ventas, mientras que la importancia de las leches enteras tiende a reducirse. Un 45,3% de la leche vendida en España es semidesnatada, un 28,2% es desnatada y únicamente el restante 26,4% es leche entera. En el último año, la primera aumentó sus ventas en un 0,5%, mientras que las otras dos cayeron en un 0,4% y un 2,3%, respectivamente.

Por su parte, la leche sin lactosa apareció en el mercado español en 2008, pero en la actualidad acapara el 7,8% de las ventas totales, con una facturación que alcanza los 168 millones de euros. Junto a esta, encontramos una explosión de sustitutivos de la leche de vaca, entre los que destacan las llamadas “leches” de soja. Hay que recordar que esa leche se elabora con habas secas de soja, que son hervidas y transformadas en un puré al que se le añade agua. Es una bebida fermentada a base de soja que carece de calcio y vitamina D, excepto si se le añaden artificialmente, contiene menos ácidos grasos saturados, pero incorpora aditivos que no se encuentran en la leche. España es uno de los mercados europeos donde más se ha incrementado el consumo de bebidas vegetales, un negocio que entre marzo de 2014 y marzo de 2015 movió alrededor de 157 millones de euros.

Un ganadero de vacuno de carne, con sus animales

Otras tendencias alimentarias: carnes rojas y azúcares

Los terremotos alimenticios son constantes. Hace poco la OMS incluyó a las carnes rojas y procesadas en la lista de sustancias causantes del cáncer, lo que generó un gran revuelo. Con posterioridad se matizaron algo esas conclusiones, indicando que lo deseable era reducir su consumo, no eliminarlo, pero los efectos en las demandas fueron inmediatos. Estimaciones bastante fiables indican que el 30% de los españoles ha reducido el consumo de carne tras la alerta de la OMS. Algo más de la mitad (51%) ha disminuido la cantidad de productos cárnicos que toma en sus raciones, el 36% los ha sustituido por otros, como queso, huevos, carnes blancas o pescado, y un 28% se fija más en la información de las etiquetas de los productos que compra. Ni que decir tiene los efectos que este cambio de tendencia ha tenido en los ganaderos de nuestro país.

El azúcar es otro alimento puesto bajo sospecha. De hecho, existe un consenso generalizado acerca del excesivo consumo de azúcar en el mundo desarrollado. La incorporación del azúcar en múltiples alimentos, de forma muy particular en los refrescos, hace que consumamos más azúcar de la deseable. En nuestro país, el consumo es de 30,7 kilos por persona y año, por debajo de la media europea (34,1 kilos). De esa cantidad solo el 24% es de consumo directo, mientras que el 76% corresponde a consumos industriales. En varios países se ha intentado, con más o menos éxito, establecer un impuesto especial a las bebidas refrescantes con exceso de azúcar, lo que no entusiasma a la industria, como puede suponerse. Los agricultores españoles productores de remolacha se están viendo inmersos en una batalla que les supera claramente.

Somos interprofesionales. Producimos salud

La moraleja del panorama de competencia feroz por posicionarse en los mercados mundiales de alimentos es que los productores debemos también disputar nuestro espacio, poniendo de manifiesto las bondades de los alimentos que producimos y no dejándonos apabullar por los gigantes de la industria alimentaria o de la distribución. Es un hecho que la oferta se encuentra mucho más atomizada y que, en esas condiciones, resulta difícil enfrentarse a intereses defendidos por compañías multinacionales con intereses globalizados, pero existe un instrumento eficaz que, bien gestionado, puede cumplir un papel esencial en la promoción y defensa de algunos alimentos que parecen, a priori, condenados por la globalización. Ese instrumento son las interprofesionales.

Un tractor trabaja en un campo junto a unos molinos de vientoUna organización interprofesional agroalimentaria está formada por organizaciones representativas de la producción, de la transformación y en su caso de la comercialización y distribución agroalimentarias. Entre sus múltiples funciones está la de promocionar las producciones alimentarias, posicionándose de la mejor manera posible en los mercados nacionales e internacionales. Para lograr sus fines, las interprofesionales pueden tomar acuerdos obligatorios para todos sus miembros, las denominadas “extensiones de norma” que, después de ser aprobadas mediante orden ministerial, permiten establecer una tasa para llevar acciones comunes en torno a algunos objetivos consensuados.

Evidentemente, los productores son reacios a aportar recursos cuando las metas que se persiguen o las estrategias establecidas para lograrlas no están suficientemente claras, pero hay que reconocer que existen pocas alternativas a las interprofesionales para defender y promocionar ciertos productos alimenticios que están claramente amenazados en la actualidad.

UPA participa activamente en las interprofesionales existentes en nuestro país y aun reconociendo que, a menudo, es difícil orientar su actividad en la defensa de los pequeños y medianos agricultores y ganaderos, lo cierto es que se trata de una opción fundamental para el futuro del mundo rural. Algunas campañas realmente bien llevadas por las organizaciones interprofesionales muestran el camino que debemos recorrer. No debemos olvidar las campañas de imagen del sector olivarero que han conseguido situar al aceite de oliva en un lugar privilegiado, ni las campañas por la internacionalización de las ventas llevadas a cabo por la interprofesional del porcino o los esfuerzos por diversificar las presentaciones y las opciones gastronómicas de la carne de cordero.

Si miramos al exterior, podemos aprender de las enormes campañas de promoción del sector lácteo en Estados Unidos o la de los quesos en Francia. Pongamos en valor nuestras producciones y alimentos. Estemos orgullosos de nuestro sector agroalimentario, ya que constituye uno de los patrimonios más ricos de nuestro país. UPA defenderá siempre la riqueza y el valor de los alimentos producidos en España, recordando que detrás de cada alimento se encuentran hombres y mujeres que con su esfuerzo permanente consiguen proporcionarnos una de las dietas más saludables del mundo.

Reportaje original publicado en el número 257 de La Tierra del Agricultor y Ganadero.



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