Los veterinarios relativizan el problema de resistencias en ganadería y alertan del coste que tendrá el cambio de modelo

Agronews Castilla y León

28 de marzo de 2017

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«Como todo cambio de modelo, la reducción del uso de antimicrobianos en la ganadería valenciana tendrá un coste y al final será la seguridad alimentaria y el mercado en el que competimos el que nos marcará hasta dónde llegar. Así pues, para que los veterinarios podamos colaborar en la resolución del problema global de las resistencias a los antibióticos necesitamos también el apoyo de la sociedad, que tendrá que asumir igual ése coste en el corto plazo». Así de tajante se mostró el presidente del Colegio de Veterinarios de Valencia (ICOVV), Francisco Beltrán Andreu, en la ronda de conclusiones de la importante jornada celebrada recientemente en la sede colegial para debatir este problema. Como conclusión principal, todos los expertos destacaron que la producción valenciana es «de alta calidad y carente de residuos». Antes, durante la inauguración del evento, el director general de Agricultura y Ganadería, Roger Llanes, advirtió de la otra cara de ésa misma moneda, que los avances logrados en esta materia por la avicultura y el sector porcino valencianos están ya «convirtiéndose en un arma competitiva que debemos explotar frente a los sistemas productivos de ganaderías de terceros países».

La cuestión -considerada ya por la ONU y la OMS al mismo nivel de amenaza para la salud pública que en su momento tuvo el Sida o el ébola- fue introducida por la mayor experta española en la materia, Consuelo Rubio, jefa del Departamento de Medicamentos Veterinarios de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). La coautora del Plan Nacional Resistencia Antibióticos (PRA) comenzó definiendo el fenómeno como la capacidad que tienen las bacterias de sobrevivir, de crecer y multiplicarse en presencia de agentes antimicrobianos, preferentemente antibióticos, que a concentraciones normales o las mataría o al menos, las inhibiría. Acto seguido, concretó el alcance del problema: la falta de eficacia a la hora de atajar infecciones de estos fármacos provoca cada año en la UE la muerte de más de 37.000 personas, de más de 70.000 en EEUU. En España la cifra, aunque algo desfasada, es de 2.500 muertes anuales, lo que conlleva un coste sanitario de unos 150 millones de euros.

El origen de la crisis, de la aparición de las llamadas 'superbacterias' -convinieron todos los ponentes- no se ha dado tanto en medicina animal como en humana. En la segunda, según los datos acumulados de la receta reembolsada por el Sistema Nacional de Salud y de la receta privada, España es el segundo país de Europa en consumo de antibióticos, tras Grecia. En medicina veterinaria, según el informe ESVAC, estamos también a la cabeza europea. Pese a todo y por centrar el asunto, la responsable de la AEMPS aclaró que en nuestro país «no se consumen antibióticos, ni en la carne ni en la leche y sus derivados porque para eso los antibióticos tienen un tiempo de espera, de retirada para asegurar que las carnes, cuando llegan al consumidor, no los contengan. Lo que sí pueden portar son genes de resistencias», explicó.

Efectivamente y como insistieron en remarcar desde la Administración valenciana, desde la AEMPS o desde el propio ICOVV, el modelo ganadero valenciano garantiza plenamente la seguridad alimentaria de la cabaña «si bien puede ser mejorado con medidas correctoras para minimizar el uso de antibióticos», matizó a este respecto Lorenzo José Fraile, doctor en Veterinaria y experto de referencia en epidemiología y farmacología de salud animal. Fraile delimitó acto seguido el conjunto de actuaciones que el veterinario -también el que ejerce en las clínicas de atención a mascotas- puede adoptar para racionalizar este consumo. Y en este sentido, destacó que en las granjas valencianas aún existe un «amplio margen» para mejorar el diagnóstico, reducir su recurso con medidas que incidan en el entorno de los animales, en las instalaciones, la bioseguridad o el control ambiental, que puedan minimizar los agentes patógenos a través de medidas sanitarias -revisando los sistemas de prevención de bacteriosis o las vacunas- o profilácticas, en la alimentación y el bienestar. Es más, en un contexto de parálisis global de la innovación en materia de nuevos antibióticos, al contrario que en medicina humana, «los veterinarios sí podemos continuar usando muchos de los fármacos existentes desde hace décadas, que siguen siendo efectivos», aseguró el experto.

Tras debatir tales medidas, en la mesa redonda posterior, Beltrán insistió en remarcar que «los cambios de sistemas los impone el mercado, no la normativa. Si la sociedad está dispuesta a asumir el coste que supone un cambio de modelo productivo, éste se dará y todos, veterinarios y empresas, nos adaptaremos. Si el cambio es tan sólo regulatorio, lo único que se producirá es una deslocalización de las cabañas, con el consiguiente empobrecimiento de nuestra sociedad, por no hablar del riesgo estratégico que puede suponer la pérdida de este sector y la dependencia de importaciones de terceros países que producen en condiciones no comparables a las nuestras», opinó mientras el resto de expertos asentían.

En última instancia intervino el subdirector general de Agricultura y Ganadería, Vicente Marzá, quien advirtió que su departamento lleva a cabo un amplio programa de inspecciones en cuanto a higiene ganadera y de controles en las fábricas de piensos así como un programa específico en las explotaciones porcinas para asegurar que la prescripción y el uso de los antibióticos cumple con los requisitos técnicos y legales.



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