A la espera de evaluar los daños, el campo de Burgos arremete contra la Confederación

Agronews Castilla y León

28 de febrero de 2015

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Burgos ha vivido uno de los peores meses de febrero que se recuerdan, meteorológicamente hablando.Lo inaugurábamos con las históricas inundaciones de Las Merindades y Miranda de Ebro. Continuábamos con un intenso temporal de nieve y frío, que se mantuvo durante una semana, sepultando a numerosos municipios del bajo varios metros de un manto blanco, que en algunos puntos aún se conserva. En Las Merindades continuó lloviendo, incluso con fuerza, y subieron las temperaturas, lo que dio lugar al deshielo y generó episodios de inundaciones, eso sí, de menor calibre, a mediados de mes. Y como broche de oro, nuevos desbordamientos el pasado jueves, que pusieron en jaque, en esta ocasión, a Villarcayo y Miranda.

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Como dicen en la zona “llueve sobre mojado”, y eso impide poder evaluar con calma y precisión los daños ocasionados por lluvias, inundaciones y nieve. Los municipios afectados por alguna de las inclemencias trabajan intensamente para definir cómo han afectado a instalaciones municipales, espacios públicos y servicios a la ciudadanía (calles, caminos rurales, polideportivos, colegios, centros de salud, parques, piscinas…). Estos desperfectos serán cubiertos por los propios Consistorios o a través de las líneas de ayuda habilitadas por la Diputación y el Estado.

Mientras, la Diputación Provincial examina los daños en las carreteras, valorados en 200.000 euros, para los que ha habilitado una partida, y los propietarios particulares de locales, negocios, garajes y viviendas afectados, fundamentalmente por las inundaciones, se manejan con el Consorcio de Compensación de Seguros, las ayudas estatales para situaciones de emergencia y los créditos “blandos” ofrecidos por la Junta de Castilla y León, a través de Iberaval. Sin embargo, existe otro colectivo al que la nieve, las lluvias y las inundaciones le han hecho mucho daño, pero todavía está sin cuantificar.

El campo, a la espera

Estamos hablando de agricultores y ganaderos, principalmente de la zona de Las Merindades. Inundaciones, nieve, lluvias, inundaciones… Las fincas están convertidas en balsas de agua, por lo que es imposible ejecutar cualquier tipo de peritaje. Los agricultores no saben lo que se van a encontrar cuando por fin se retire el agua (o la nieve en los puntos en los que ésta todavía perdura, que son muchos), y en función de lo que se encuentren, se valorará la situación. Lo que está claro es que se ha perdido una parte importante de la cosecha del cereal, la principal afectada.

Si el agua se retira y la tierra no ha perdido masa vegetal, se podrían hacer resiembras

En eso coinciden todas las organizaciones agrarias, pero recuerdan que hay que esperar a las evaluaciones. Y es que hay muchas variables en juego. Si el agua se retira a tiempo y la tierra no ha perdido su masa vegetal, tal vez se puedan hacer resiembras y se consiga recuperar parte de la campaña. Sin embargo, si una de estas dos condiciones no se cumple, es posible que el agricultor tenga que conformarse con la cobertura de su seguro agrario. Y, claro está, si sigue lloviendo o vuelven las crecidas convertidas en inundaciones, la situación se agravará.

En el caso del ganado, si bien es cierto que la situación no ha sido tan “alarmante” como en zonas de León o Palencia, también se han registrado problemas importantes. Se han producido daños estructurales en naves y cuadras, que habrá que rehabilitar. Algunas explotaciones se quedaron varios días aisladas, por lo que los animales no se pudieron alimentar correctamente, y eso ha ocasionadomuertes al momento, bajada de producción de leche, afección al crecimiento de las crías y problemas de salud que podrían tener sus efectos a corto y medio plazo.

El frío también incrementó la mortandad animal, y a ello se sumó el hecho de que algunas cabañas ganaderas se llegaron a quedar aisladas en medio de la montaña, rodeadas de nieve. Cierto es que tampoco de esto se tienen aún datos, pero organizaciones agrarias y Junta de Castilla y León estiman un incremento entre el 10 y el 15 por ciento en la recogida de cadáveres durante febrero. De nuevo, toca esperar a evaluar unos daños que, en el caso del ganado, sólo se pueden achacar a las inclemencias meteorológicas y tienen que se asumidos por los propietarios, a través de sus seguros y con las ayudas que puedan recibir de las administraciones, si es que se habilitan.

Responsabilidad de la CHE

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Sin embargo, desde Asaja recuerdan que no siempre es así. Las nevadas o las lluvias intensas no se pueden controlar, pero las avenidas de los ríos, sí. Y los problemas derivados de las inundaciones de las parcelas por el desbordamiento del Ebro, el Nela o el Trueba deberían ser asumidos por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Es una de las críticas que más se han oído en estas últimas semanas: los cauces de los ríos, sobre todo de los de tamaño más moderado, no estaban los suficientemente limpios como para asumir el importante deshielo, y eso ha provocado su desbordamiento.

Rafael Díaz insiste en que con un simple mantenimiento, retirada de maleza y árboles caídos, se paliarían los daños de una situación que tampoco es 100 por 100 controlable. Y es una opinión que comparten también numerosos alcaldes de la provincia, como Mercedes Alzola, de Villarcayo. Sin embargo, nadie se hace responsable de la pérdida de producciones, los socavones en las parcelas, la recuperación de la masa vegetal, el desmantelamiento de los sistemas de riego… Se alega “causas de fuerza mayor” y se emplaza a los agricultores, ganaderos y ayuntamientos a iniciar un pleito con la Confederación si se busca indemnización.

Desde la CHE insisten en que, si bien los cauces son de su titularidad (de hecho si se lleva a cabo alguna intervención sin permiso, se multa, recuerda Díaz), el mantenimiento es responsabilidad de todos. Y lo mismo opina el delegado territorial de la Junta, Baudilio Fernández Mardomingo, quien aseguraba ayerque ayuntamientos y Gobierno Regional tenían también que trabajar para mantener limpios los cauces, de cara a minimizar los efectos de las crecidas. De todos modos, el delegado recordaba que tan peligroso es un río lleno de maleza como un cauce despejado, porque el agua correría más rápido y los daños serían mayores.

Patricia Carro – www.burgosconecta.es



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