«La agricultura y la ganadería como moneda de cambio» José Manuel de las Heras, Unión de Uniones

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Siento últimamente como una especie de pitido que no cesa, de esos pitidos que no sabes si es un acoplamiento de un micrófono ficticio, una alarma o si alguien está[[{«fid»:»22840″,»view_mode»:»media_original»,»type»:»media»,»attributes»:{«height»:854,»width»:1280,»style»:»width: 270px; height: 180px; border-width: 5px; border-style: solid; margin: 5px; float: right;»,»alt»:»José Manuel de las Heras, Unión de Uniones»,»title»:»José Manuel de las Heras, Unión de Uniones»,»class»:»media-element file-media-original»}}]] hablando mal de mí. Es curioso cómo, comentándolo, esto pasa a la mayor parte de mis colegas agricultores y ganaderos. Algo están hablando de nosotros en los despachos de las altas esferas, de las medias esferas y de las altísimas esferas transoceánicas.

Sí. Últimamente tenemos la sensación de que saben más de nuestro trabajo las personas con corbata que rara vez han salido de las oficinas que nosotros mismos, a juzgar por todo lo que hablan de aceites, tomates, pollos, cerdos…Igual, dentro de poco, les vemos en las lonjas, sentados, apuntando en un cuaderno de tapas grises el precio de cada día, o les vemos encima de un tractor, observando cómo trabajamos el campo.

Hoy leíamos que en Las Islas Canarias se han perdido 2.500 hectáreas de cultivo de tomate en los últimos 15 años debido a los acuerdos entre la UE y Marruecos. Los agricultores de las islas se han visto obligados a reconvertir estos campos y destinarlos a otro tipo de cultivos.

No pasa nada; puede que en unos años leamos que se han perdido x hectáreas de olivos en Andalucía, o de vacas en Galicia, o de granjas de porcino en Cataluña o de rebajos de ovino en las Castilla… producciones todas que representan gran parte de la economía local. Si pasan 15 años, igual ya tenemos menos fuerza para decir lo que llevamos tiempo insistiendo sobre el acuerdo de libre comercio con Túnez o de Mercosur. Nos limitaremos a un “te lo dije” un tanto resignado que, en ningún caso, nos devolverá nada.

Y veremos qué ocurre con todo lo demás. Tanto la Ministra de Agricultura, como el de Economía (ambos en funciones, recordemos… pero para lo que quieren) se muestran ilusionados con el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones – TTIP – y no paran de decir, apenas tienen ocasión, lo bueno que va a ser para la industria agroalimentaria española. Una extensión fantástica de la marca España a la que, por desgracia, los agricultores y ganaderos no podemos sumarnos porque si alguien triunfa, es la industria, no los agricultores y ganaderos, ¿cómo iba a cambiar tanto la película?

Nosotros, sin embargo, cuando hagamos ese repaso a lo perdido dentro de 15 años, diremos otro resignado “te lo dije”. Quizá, para que no se gasten las palabras, diremos sólo uno, que valdrá por lo ya avisado en estos años. Si hasta los informes de los Estados Unidos demuestran que la UE será la gran perjudicada del acuerdo, no sé qué necesitan más los responsables de la UE y sus Estados miembros para revisar todo, y, si procede, dar marcha atrás… porque no hay prisa, o, igual, sí la hay ¿quién la tiene y por qué?

Al final, entre una cosa y otra, parece que más que la base de la alimentación de los millones que somos en nuestro país y en Europa, nos hemos convertido en una pelota de pin pon en mitad de un partido entre políticos en el que, además, nunca hemos querido jugar.

Y es que la agricultura y la ganadería han pasado de ser sectores estratégicos a moneda de cambio para alcanzar macrointereses multinacionales que se disfrazan de solidaridad con los menos desarrollados y una frágil paz en las relaciones internacionales que parece que no se pueden llevar a cabo si no es multiplicando las operaciones comerciales import-export… y para muestra, el tema del aumento de la importación de aceite de Túnez como bálsamo a los conflictos en aquel país, para el que el aceite, por cierto, no representa siquiera el 3% de sus exportaciones.

Nos preguntamos por qué siempre es la agricultura la gran solución al problema, la que se “sacrifica” en aras, dicen aunque no es así, de la paz, la estabilidad y el equilibrio mundial. Compresivos seríamos los agricultores y ganaderos con este papel de salvadores que nos han endosado si no fuera porque nuestro sacrificio no se traduce en el desarrollo de las agriculturas de los países en desarrollo; sino en la cuenta de resultados de las grandes compañías que invierten en tierras y cosechas del tercer mundo como si fueran un valor especulativo cualquiera. ¿Equilibrio mundial? No. Solo maquillaje. Una sonrisa. Una foto en la firma del Acuerdo de turno… y a seguir jugando.

Ahora que quedan poco más de dos semanas para las elecciones generales, si alguien consigue ponerse de acuerdo para gobernar, esperemos que se nos mire bajo otro prisma, el del motor, el del desarrollo de la economía local y dejemos de ser moneda de cambio, que paren la partida de pin pon, posen la pala encima de la bola, sobre la mesa, y cese este pitido por fin.

Jose Manuel De Las Heras, Coordinador Estatal de Unión de Uniones


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