Elecciones agrarias el 11 de febrero de 2018 en Castilla y León: ¿jugamos a las quinielas?

José Ignacio Falces

2 de diciembre de 2017

unio de pagesos eleccions ccpi 2016 narcis poch

El pasado jueves 30 de noviembre, la consejera de Agricultura y Ganadería, Milagros Marcos, anunciaba la convocatoria de la “consulta” que definirá la representatividad de las organizaciones agrarias en Castilla y León. Precisamente ahí aparece una de las primeras diferencias con relación a las cuatro anteriores, las celebradas en 1997, 2002, 2007 y 2012, cuando se hablaba de elecciones a cámaras agrarias, ahora dada la evolución de las citadas entidades, parte de ellas desaparecidas, y siguiendo lo que dice la Ley Agraria se han pasado a denominar de esta forma, más en un cambio “estético” que otra cosa.

Más allá de los puestos en los distintos órganos colegiados, que es en el fondo lo realmente importante, aunque dudo mucho que un agricultor o ganadero de la región muestre el mínimo interés en saber quién le representa, por ejemplo en el Consejo de Políticas Demográficas de la Consejería de Empleo, lo que cala en el gran público es la representatividad que cada organización agraria alcance tanto a nivel provincial como en el regional.

Censo y participación.

Tradicionalmente estos comicios han contado con una más que interesante participación, aquí conviene recordar, por ejemplo, que la participación en las últimas elecciones autonómicas, las de 2015, fue de casi un 69%. Pues bien en los comicios celebrados en el campo de Castilla y León este dato ha sido del 67% en las primeras, en las de 1997, para bajar hasta el 63% en las siguientes, las del 2002 cuando fue del 63%, subiendo ligeramente en las de 2007 con un 64,73% y un poco más en 2012 para volver casi al dato inicial pues se alcanzó una participación del 66%.

[[{«fid»:»37168″,»view_mode»:»media_original»,»type»:»media»,»attributes»:{«height»:441,»width»:729,»style»:»width: 450px; height: 272px; border-width: 5px; border-style: solid; margin: 5px; float: left;»,»class»:»media-element file-media-original»}}]]Evidentemente, el censo, ha ido sufriendo una significativa reducción de tal forma que en ese periodo 1997 – 2018 se ha reducido casi a la mitad, desde los más de 70.000 iniciales a los 38.637 actuales.

Sólo en entre los comicios de 2012 y el censo actual la reducción es de 4.178, desde los 42.814 a los actuales. Sólo León supera los 6.000 censados y lo hace de forma mínima contando con 6.034, y siempre teniendo en cuenta que es la que más votantes ha perdido pues han “desaparecido” 1.366.

Otras dos provincias, cuentan con más de 5.000 inscritos en el censo actual, que estará abierto a modificaciones hasta primeros de enero, son Burgos y Salamanca que suman, respectivamente 5.348 y 5.282.

Siendo curiosamente, Valladolid y Zamora las otras dos que superan los 4.500 con 4.670 y 4.653. Ambas, son junto con la ya citada León, las demarcaciones en las que más ha caído este dato con reducciones de 865 votantes en el caso de la primera y 517 en la segunda.

Los datos de 2012

Antes de entrar en el juego de las quinielas, es bueno recordar los datos de las elecciones de 2012, más allá de participaciones y censos.

ASAJA obtuvo 11.169 votos, el 39,73% del total, la Alianza UPA – COAG 9.187 con el 32,68 y UCCL, que en ese momento participó junto con la salmantina 19 de abril, 7.244 votos que suponen el 25,76%, sumando los de ambos.

Ahora, las quinielas

Si hasta el momento, hemos hablado de cifras y número que son, indudablemente, irrebatibles, ahora vamos a entrenar en el mundo de los futurible, algo que difícilmente [[{«fid»:»37169″,»view_mode»:»media_original»,»type»:»media»,»attributes»:{«height»:547,»width»:1086,»style»:»width: 450px; height: 227px; border-width: 5px; border-style: solid; margin: 5px; float: right;»,»class»:»media-element file-media-original»}}]]se pueden medir… si no esperamos hasta el 12 de febrero de 2018. Pero vamos a ello.

La regla fundamental, por lo menos para quien escribe estas líneas en este tipo de comicios, para ver si se van a producir más o menos cambios, es ver o tratar de ver si en cada demarcación se ha desarrollado cambios, conflictos, problemas varios, acciones sindicales significativas que puedan provocar el “movimiento” de votos entre candidaturas.

Así, hay provincias en las que simplemente basta con ver la evolución histórica para saber que apenas se van a producir cambios, más en unos comicios que si por algo se definen es por la “estabilidad en las posiciones”, pese a cambios tan sustanciales como los que se han vivido estos años, más en el ámbito sindical, como la separación entre COAG y UCCL o la Alianza UPA – COAG vivida en los últimos años.

La victoria de ASAJA parece clara en provincias como León, Palencia y Soria, con victorias en las elecciones de 2012 bordeando los dos últimos casos el 60% de los votos y casi el 50% en la primera, aunque aquí siempre hay que tener en cuanta el gran peso de la UPA de Matías Llorente y las “distintas circunstancias negativas” vividas por UCCL en esa provincia en los últimos meses, con cierre de algunas oficinas, y siempre teniendo en cuenta que contaba allí con más de 800 votos que se pueden mantener o quizás algunos se puedan trasvasar a las otras dos organizaciones.

Algo similar se podría decir de la situación en Zamora, Segovia y Burgos. En la primera provincia, la potente COAG de Miguel Blanco, a la que se añadieron los votos de UPA, logro el porcentaje de voto más alto de la región en 2012 con más del 65% del total y, nada parece haber cambiado en la provincia.

Segovia y Burgos parecen feudos totalmente inamovibles para UCCL, con más del 55% de los votos en el caso de la primera en los comicios anteriores, con una fuerte implantación cooperativas y con responsables sindicales de amplia trayectoria, y con la segunda fuerza, ASAJA, a más de 24 puntos de diferencia. Muy similar es la situación en Burgos el porcentaje de votos fue del 49% para la Unión de Campesinos, muy lejos de la segunda fuerza ASAJA que contó con un respaldo del 33%, siempre aprovechando el tirón que en el campo burgalés mantiene José Manuel de las Heras, cabeza de cartel en las últimas elecciones.

Ahora viene lo más complicado. Ávila, Salamanca y Valladolid. En esta última provincia, en 2012 se produjo el resultado más ajustado de las elecciones con una diferencia de apenas 20 votos entre UCCL con 1.231 y ASAJA con 1.211. En todo este tiempo se ha vivido lo que podíamos denominar el “expediente Lino” que en buena lógica debe afectar a los resultados de la organización en la provincia, aunque se haya producido un cambio de dirección en el último año… Ese cambio ¿habrá contado con el tiempo suficiente para recuperar los posibles cotos perdidos por el conflicto?, en la humilde opinión de quien escribe, no, por lo que la apuesta aquí sería una repetición de la victoria de UCCL, quizás con una mayor diferencia de votos, pero, la lógica… en esto de las elecciones… a veces… y habría que tener cuenta la tendencia habitual de voto en la provincia hacia ASAJA y la sorpresa que ya supuso la victoria de esta en 1997, cuando nadie daba un duro por ella ante la potente COAG de Alberto Duque.

Ávila, es otra provincia complica, en 1997 ganó UPA, no sin cierta polémica con las hoces y los martillos, y luego ya ha sido territorio de COAG primero y de UCCL luego, aunque siempre por ajustados resultados y con la aparición emergente de la ASAJA de Joaquín Pino en 2012 que obtuvo ya el 19.12% de los votos. Comprobar si va a seguir ese crecimiento es clave para ver el resultado abulense, que se suma al desgaste, lógico de las organizaciones que han mantenido siempre la hegemonía y que es de las que se pueden “rascar votos”. La apuesta de quien escribe estas líneas es que mantiene el primer puesto UCCL, seguida de UPA – COAG, ambas perdiendo votos que recupera ASAJA que alcanza la representatividad provincial del 20%

Y finalmente, Salamanca, aquí habrá que ver la evolución de ASAJA, ha cambiado de presidente en el último año o dos años, y habrá que comprobar si la organización es capaz de mantener la progresión de las últimas elecciones que le llevó a situarse a 7 puntos porcentuales de La Alianza UPA – COAG que aglutina a dos organizaciones de peso y tradición en la provincia, por lo que tampoco parece fácil que se pierda esa primacía.

Sólo se trata de unas estimaciones, seguro que, equivocadas, pero bueno algo había que hacer en una fría tarde de sábado vallisoletano.



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