El amargo invierno de los apicultores: «No somos ni artesanos ni empresarios. Sin ayuda, mejor echar el cierre»

Agronews Castilla y León

26 de febrero de 2016

abejas panal

“Aunque parezca que vamos al buen tiempo, nada que ver, en el sector vamos a peor”. Así de amargo ve el horizonte Enrique Canete, apicultor perteneciente a una familia que lleva casi medio siglo dedicada por y para las abejas. A él se suman otros casi 4.000 trabajadores que han hecho de la apicultura su profesión en Castilla y León.Si bien es verdad que la comunidad ocupa el puesto más alto en extensión dedicada a este sector -16% del total nacional- actualmente son muchas las mordidas de las que tienen que recuperarse.

Primer obstáculo, el atípico invierno

Por partes. El invierno está siendo duro para ellos, sí, pero no por el obvio e inevitable frío, sino por los bruscos cambios de tiempo que este año provocan desde jornadas heladoras hasta días primaverales, lo cual hace salir a las abejas a polinizar sin éxito: “Las heladas tardías están afectando mucho. Ahora está pasando la flor del melocotón y la del albaricoque. Vamos, estamos en plena floración, pero con mal tiempo. Pinta mal” explica Canete.

«no sabemos qué pasos va a dar la Junta para controlar la inevitable llegada de la Vespa Velutina»

Altibajos climátológicos que están provocando la desorientación -y hasta muerte- de algunas abejas y a las que se suman otros factores que harán de la miel de este año un producto menos dulce de lo esperado. Por un lado, las denuncias de asociaciones como Greenpeace quienes aseguran que los plaguicidas usados en la agricultura tradicional están acabando con ellas y,en el otro extremo, factores inesperados como la llegada de la Vespa Velutina que en los últimos meses amenaza a gran parte de la Península y ya se ha detectado algún caso cerca de León: “No sabemos qué va a suceder ni sabemos qué pasos va a dar la Junta, hay miedo a compararse con otras comunidades autónomas”.

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Y es que en Galicia muchos apicultores ya han tomado cartas en el asunto y se han encargado de forma individual mediante trampas de reducir el número de nidos de avispón asiático que estaban perjudicando sus colmenas. Por su parte, en el País Vasco, uno de los lugares más perjudicados por este fenómeno, incluso se han hecho patrullas impulsadas económicamente por la administración pública con el fin de destruir estos nidos que impiden volar al resto de abejas, para perjuicio de los apicultores que las siguen.

Otra zancadilla: la miel china

Asiático es el avispón y de Asia, en concreto de China llegan muchos de los tarros de miel comercializados en España. Si bien desde la región se exporta el 70% de la producción a Europa tal y como se aseguró en las últimas Jornadas Apícolas Estatales, son muchas las voces críticas que exigen que la UE tome partido al igual que con otros productos y obligue a especificar tanto el lugar de procedencia como el porcentaje de miel que es de aquí y el que no: “Nos vemos desprotegidos. Hay países como Italia que sí que lo hacen, pero aquí se pasa por alto. Somos muchas las familias que vivimos de esto” añade Enrique.

¿Explotaciones estantes o trashumantes?

Ahí hay posturas encontradas dentro del sector. Si bien existen explotaciones estantes con unas colmenas fijadas y una producción concreta, la apicultura es defendida en su forma habitual y tradicional por quienes se dedican a trashumar cada año: “En este sistema globalizado tenemos las de perder, porque no somos artesanos ni grandes empresarios” añade Canete quien, por cierto, perdió hace medio año toda su producción en Extremadura tras el incendio en Sierra de Gata.

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«Sin la trashumancia, las explotaciones apícolas no son viables».

Él considera que si bien hay gente que no respeta la distancia entre colmenas, esto es un suceso puntual ya que el sistema está plenamente regularizado para que una explotación estante respete a una trashumante: “Sin la trashumancia las explotaciones apícolas no son viables. Fijas no sacan rentabilidad y se sabe que la mayor parte de dinero llega de la trashumancia, pero ante los problemas anteriores citados y si no contamos con ayuda, lo mejor es abandonar y cerrar”. Enrique es un apicultor más y solo espera después de esta mala racha culpa de lo provocado y de lo natural, la situación cambie y el dulce producto que resulta de su trabajo no se amargue. Aún más.



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