Eduardo Navarro Villarreal, UAGA-COAG: La alimentación como negocio especulativo

Agronews Castilla y León

6 de julio de 2016

passadis mercadona

Los dos millones y medio de Has. del olivar más diverso y productivo están en España, 340 millones de olivos tenemos plantados y suponen la superficie de olivar más extensa del planeta. Después de la firma de un convenio, para valorizar y mejorar la calidad del aceite, entre las organizaciones agrarias, la industria aceitera y cadenas de distribución, COAG reclama al Ministerio de Agricultura la convocatoria de la Comisión de Seguimiento del convenio porque es inaceptable que cadenas de supermercados que firmaron el convenio para valorizar el aceite de oliva lo utilicen ahora como producto reclamo, vendiendo a pérdidas y banalizando su imagen. El esfuerzo de todo un sector por mejorar la calidad se está utilizando para ganar clientes. No es ético y, en muchos casos, tampoco es legal la venta a pérdidas.

El ejemplo del aceite lo hemos vivido también en otros sectores productivos, caso de la leche o del azúcar, consiste en poner a bajo precio unos productos en los supermercados como reclamo para alimentar la compra de otros productos que seguramente están sobrevalorados. Esto no sucede por casualidad ni siquiera como un hecho anecdótico, es una estrategia comercial muy bien pensada y estudiada. Esto sucede durante todo el año en los supermercados y mayoritariamente con productos alimenticios.

Sepamos que cuando un producto agrícola y ganadero se está vendiendo por debajo de los costes de producción del ganadero o agricultor, “venta a pérdidas”, la reducción del precio no la deja de ingresar el supermercado sino el agricultor o el ganadero, el supermercado siempre mantiene y cobra su rapel de beneficio. La gran cadena de distribución siempre se está beneficiando del eslabón más débil de la cadena alimentaria que es el agricultor y, en muchos casos, el consumidor.

«El control de la cadena alimentaria es clave para hacer grandes negocios»

El modelo comercial que está imperando hoy hace de la ciudadanía y de los productores nuevos comparsas de la política neoliberal que impera en Europa y en EEUU. Nos utilizan como reclamo para conseguir sus objetivos económicos y políticos. Ellos saben que la ciudadanía necesita comer para existir y vivir, por lo tanto, en un mundo con cada vez más habitantes, se han dado cuenta de que el control y manipulación de la cadena alimentaria es clave para hacer grandes negocios, como con el hambre y el medioambiente. El acceso a la comida en cualquier parte del mundo va a estar condicionado por quien la tenga en sus manos y por ello, la soberanía alimentaria de muchos países va a ser clave, yo diría necesaria, para poder alimentar a su ciudadanía.

Hoy los precios de los cereales los marcan cuatro lonjas en el mundo y, por lo tanto, ya se sabe qué países podrán comer cereales y cuáles, no. El 75% de los europeos compran la alimentación en las grandes superficies por lo que el pequeño y mediano comercio relacionado con la alimentación ha desaparecido prácticamente, entre ellos, los de la mayoría de nuestros pueblos. Tal concentración del comercio alimentario hace que pongan sus condiciones económicas, laborales y políticas tanto al productor como al consumidor y a los gobiernos.

Pero, avanzando un poco más, en el contexto internacional vemos, por ejemplo, lo que pasa en Venezuela con las tiendas que venden alimentación: las cadenas alimentarias se han posicionado políticamente en contra del actual Gobierno y como medida de presión no suministran alimentos a la ciudadanía y, como el Gobierno no tiene montada ninguna red pública de suministros alimentarios, las grandes superficies están bloqueando al Gobierno. Por otro lado, África tiene el 70% de la tierra cultivable del mundo y los chinos ya han comprado más de 6 millones de hectáreas allí para garantizar su alimentación en el futuro.

«La soberanía alimentaria es la relación democrática entre gobiernos y el comercio de cercanía»

A día de hoy más de 200 millones de hectáreas de tierras han sido acaparadas en el mundo por empresas privadas, gobiernos, élites y especuladores, a menudo financiados por el Banco Mundial. Ahora estamos debatiendo en la UE cuántos millones de toneladas desperdiciamos o tiramos al año a la basura y qué deberíamos hacer. Por eso, cuando hablamos de los mercados y de la globalización estamos hablando de este modelo de consumismo y de imperialismo, si hablásemos de una globalización para la ciudadanía estaríamos hablando de soberanía alimentaria de los pueblos, de comercio de cercanía, de relación democrática entre gobiernos y no entre multinacionales y lonjas especuladoras.

Erradicar el hambre es posible. “Hambre cero” es el lema elegido por la FAO para erradicar el hambre en el mundo y esta debe ser la generación que consiga hacerlo: la generación “hambre cero”. En la actualidad hay cerca de 800 millones de personas que sufren hambre, aproximadamente 1 de cada 9. Además la FAO prevé que la producción mundial de alimentos deberá aumentar en un 60% para el 2030 para seguir el ritmo de crecimiento de la población mundial.

La ecuación para reducir el hambre: voluntad política, distribución equitativa (acceso a los mercados, leyes comerciales tanto nacionales como internacionales), estabilidad (binomio paz/seguridad alimentaria) y producción sostenible de alimentos.

Un camino ilusionante por recorrer.



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