La naturaleza ofrece espectáculos únicos en cada estación del año. Y con la llegada del invierno, una de esas estampas que merece la pena observar son los bandos de centenares de grullas en el azud de Riolobos. Grandes aves volando a altura con amplias batidas de alas, con un peculiar sonido incesante y desplazándose en forma de V; son las grullas y anuncian que llegó el invierno.
Según el censo realizado por el experto ornitólogo Miguel Rouco el pasado jueves, 18 de diciembre, el número de grullas en dormidero en el azud es de más de 1.800 aves, “lo que confirma la tendencia alcista de los dos últimos inviernos”, explica. Un censo que forma parte del registro nacional que se realiza todos los años.
La elección del azud como dormidero de estas aves se remonta a doce años atrás. Las grullas empezaron a utilizar este humedal salmantino en el invierno de 2001-02, con apenas un centenar de ejemplares. “Desde entonces los números han ido subiendo progresivamente debido a la tranquilidad que les proporciona el lugar, además de estar cerca de sus lugares de alimentación”, afirma Miguel Rouco.
Las grullas que duermen en esta zona se alimentan en los numerosos maizales del norte de la comarca de Peñaranda, a diferencia de las que duermen en el embalse de Santa Teresa, que lo hacen en los encinares próximos. Estos dos dormideros son los únicos de cierta relevancia que hay en la provincia.
Las grullas comunes crían en el norte de Europa, entre Alemania, Escandinavia y Rusia, siendo su población total de unas 200.000 aves. A España llegan sólo para invernar, entre finales de octubre y principios de marzo. La población invernante en España es de unas 150.000 aves, es decir, la mayor parte de la población reproductora europea y esta especie está incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especia (Real Decreto 139/2011, de 4 de febrero).
Rosa María Fernández – www.salamancartvaldia.es
