Agricultura ecológica, una apuesta de los agricultores y de los consumidores

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Llevo unos días que entre una cosa y otra, primero fue Ecocultura, una de las ferias más atractivas, al menos en mi opinión,  que te puedes encontrar en Castilla y León gracias al mimo en el que ella trabaja toda la Diputación de Zamora; y luego han sido los encuentros con los grupos de consumo y las “colmenas”, que, me he vuelto a “hacer” del mundo de la producción ecológica, aunque siempre me he mantenido muy cerca pues soy un convencido de él.

Por distintas circunstancias, quizás sea ese aire de filosofía que le rodea lo que le hace tan atractivo para a un urbanita “puro y duro” como es mi caso… sobre todo me encantan esos proyectos ecológicos que se creen de verdad lo que hacen y como lo hacen, aquellos a los que conocí hace años cuando todavía no había llegado a la producción ecológica ese principio “economicista” de rentabilidad que poco a poco se está haciendo hueco en él, respetable, por supuesto, pero que le hace perder, al menos en mi opinión, parte de su atractivo. Pocos agricultores y ganaderos conozco que hablen con tanta pasión de su trabajo como los ecológicos, poniendo en evidencia en cada palabra que sale de su boca una pasión por su labor, un orgullo por lo que hacen que simplemente te hace estar deseando probar sus productos para comprobar si todo aquello que cuentan es real.

Los tres días de Ecocultura me han permitido recuperar esas sensaciones de admiración hacía esos “raros” ecológicos como algunos saben que me gusta llamarles que son capaces de pasarse horas hablando de la influencia de la luna, el viento o el sol en sus producciones o de ilusionarse de forma perdida tras conocer una nueva variedad o una nueva semilla.

Esas ilusiones en muchos casos chocan con el problema de la venta de sus productos, sobre todo si se busca hacerlo en proximidad, por eso son muy interesantes iniciativas como las que han puesto en marcha los distintos grupos de consumo que van apareciendo como las setas, estamos en época de ellas por ciento, en todas y cada una de las ciudades de Castilla y León. Sólo en Valladolid ya existen 12 de estos grupos que asumen con un fuerte grado de compromiso y solidaridad acercar esas producciones ecológicas hasta el consumidor, buscando evitar la presencia de intermediarios que en muchos casos sólo contribuyen a incrementar en porcentajes insospechados el precio desde que el producto sale del campo hasta que llega a manos de su comprador. El trabajo de “hormiguita” de estos colectivos está haciendo que ya 500 unidades familiares vallisoletanas trabajen de esta forma con agricultores y producciones de proximidad, pero no se trata sólo de comprar y vender, también buscan conocerse mutuamente, buscan saber lo que agricultores y ganaderos producen y como lo producen y los consumidores saber cómo el otro lo compra y por qué lo compra.

Se trata de colectivos, con sus cosas como todos, pero que resultan absolutamente admirables, más si cabe en una sociedad en la que el compromiso y la solidaridad brillan por su ausencia en muchos casos.

Y esta semana, para no faltar de nada, se ha presentado en Valladolid, otra idea, otra propuesta, no tan directamente relacionada con lo ecológico y con un componente más comercial y económico pero  que también busca acercar las producciones agrícolas y ganaderas al consumidor, evitando buena parte de los pasos que existen hasta la fecha, como es “La colmena que dice si”. Una idea importada de Francia, donde ya existen más de 500 colmenas, y que busca hacerse un hueco en España.

Personalmente, me quedo con “mis” agricultores ecológicos cargados de filosofía e idealismo, frente a aquellos que han llegado al sector por la rentabilidad que ofrecen este tipo de producciones y con esos grupos de consumo que trabajan en silencio en buena parte de los barrios de Valladolid, quizás porque admiró sobre todo su implicación con un proyecto y a la gente que cree en lo que hace y tira para adelante pase lo que pase…

Blog de José Ignacio Falces

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