Por un Mundo Rural Vivo

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El Instituto de Desarrollo Comunitario, una influyente organización que, desde hace casi tres décadas,  intenta mantener vivos nuestros pueblos, ha concedido este año el Premio por un Mundo Rural Vivo al hasta hace bien poco comisario de los Caminos a Santiago, el riosecano Manuel Fuentes. La de comisario jacobeo fue la última (es un decir) de las muchas, muchas tareas realizadas a lo largo de una fructífera vida dedicada al medio rural de castilla y León.

Manuel Fuentes, Manolo Fuentes, como es conocido por centenares de amigos,  formó parte de ese primer grupo de defensores de Castilla y León cuando creer en las autonomías, y más en la nuestra, era poco menos que pecado, pero defensor con el trabajo real, claro. Creyó y defendió la comarca por antonomasia, Tierra de Campos, frente a quienes asustaba una tierra a cuya imagen poco contribuyó la sesgada e inexacta descripción que de ella hicieran los escritores de la Generación del 98; Se volcó en la gestión de uno de los pueblos mas hermosos, con más arte e historia de Castilla y León, Medina de Rioseco, sí, sí, el de la mejor Semana Santa rural de España.  Redefinió una prestigiosa entidad de ahorro a la que llevó a prestar sus servicios al agricultor y al ganadero, algo que muchos años después seria normal en cualquier Banco o Caja.  Y colaboró a forjar decisiones trascendentes de los personajes más relevantes de la política regional en estos treinta años de autogobierno. Y también de la nacional,  ¿por qué no decirlo?

Conocía a Manolo cuando yo era un pipiolo de veinte años que empezaba a equivocarse en esto del Periodismo. Él tenía algún año más (no muchos) y atesoraba, por tanto, una ya envidiable experiencia. Ello nunca fue un obstáculo, desde el primer momento me aceptó en su círculo, que no era sino de afectos, eliminando cualquier barrera que la edad, la profesión o las circunstancias personales de cada uno hubieran podido crear. Han pasado ya 25 años y jamás le he oído presumir de su inconmensurable agenda, ni de nada. Él está ahí, en el campo, en la ciudad, con sus sabios consejos, sus palabras, nunca en voz alta, su sonrisa de hombre de bien y de pueblo, su discreción cuando la vida le ha dado algún susto que la ciencia y la oración se encargaron de reparar a su debido tiempo.

Hoy, dicen que se ha retirado de la vida pública pero yo no le veo descansando aunque quizá si leyendo de otra manera el periódico, también los digitales, sí, también los digitales, con la actitud propia del hombre  inteligente, que es aquel que no ríe, sino que sonríe, dispuesto a recibir la llamada de quien le pida consejo: en la política, en la actividad empresarial. Hoy, seguirá recorriendo Castilla y León con la mirada del hombre sabio, redescubriendo el paisaje que tan bien conoce, volviendo a casa para pasear por la rúa soportalada o comiendo cualquier primer martes de mes con quienes gozan de su verbo.

Blog de Ángel Cuaresma

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