Lauki no se cierra

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Desde que el grupo Puleva (no se nos olvide, Puleva) nos dio el susto, en casa ya no ponemos el tapón a los envases de leche, los dejamos abiertos, por una sencilla razón: porque Lauki no se cierra. Ya me perdonarán este pequeño chiste que ojalá pueda arrancar una sonrisa a las familias que viven estos meses con más que incertidumbre. Espero que a nadie ofenda y que se tome como una más de las numerosas muestras de solidaridad que reciben estos días.

Otra cosa es que la solidaridad, más allá del consuelo, sirva de algo. Porque, no nos engañemos, el asunto  no pinta bien y, mal que no mejora, empeora. De entre las noticias de la última quincena, quizá la más destacable sea la intención del presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, de reunirse con el máximo responsable de la multinacional francesa, Emmanuel Besnier (hombre, tenía que llamarse Emmanuel).

¿Qué quieren que les diga? Que bien por Herrera y por las gestiones que pueda realizar el embajador francés pero mucho me temo que al presidente del gigante lácteo poco le puede importar (hay expresiones menos educadas) la opinión, la presión o lo que se quiera, no ya del gobernante de una región, sino la del propio presidente del Gobierno español o, si se terciara, de la propia Unión Europea. Vamos que, tratándose de leche, se la trae a la fresca.

Pistas ya nos han dado más que sobradas, a saber, la no presencia en la reunión convocada, entre otros agentes, con la Fundación Anclaje. Claro, no vayamos a Valladolid, no sea que nos convenzan de que hay salidas: mantenimiento de la planta, propuestas de mayor rentabilidad, opciones de compra por parte de otra industria… En fin, todas esas cosas que no queremos que nos cuenten para que no nos pongan en evidencia aunque, justo será también reconocer que los directivos de la multinacional en España, con sede en el camino del Purchil, en Granada, no creo que tengan mucha capacidad de decisión o, al menos, de modificar la ya tomada.

¿Qué no debemos perder la esperanza? De acuerdo. ¿Qué, como diría el Papa Francisco, hay que seguir al lío? También de acuerdo. Pero, como les señalaba al principio, con todo el dolor de nuestro corazón, mal se le pone el ojo a la vaca. 

Blog de Ángel Cuaresma

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