Incendios y libre mercado

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No me cansaré de repetir, en este foro y allá donde se me permita, que el libre mercado, con todos los matices que se quiera, es el mejor sistema para gestionar la economía, entendiendo por tal la de los dineros públicos. Ya sé que en este sector nuestro de la agricultura y la ganadería, existe una acusada tendencia, a lo Donald Trump, a exigir toda suerte de proteccionismo, tendencias que, curiosamente, son sostenidas hasta por aquellos colectivos y personas que profesan un pensamiento de centro y/o de derechas.

Es verdad que el campo, la actividad agropecuaria, tiene una serie de condicionantes que podrían justificar algunas de las mal llamadas correcciones del mercado pero, puestos a pedir, a quién no le gustarían determinadas excepciones, llamémoslas así, para su negocio o actividad.

Otra es profundizar en cuáles son las decisiones, de los gobiernos, claro está, que intervienen, es decir, interfieren, en el libre mercado creando, no nos engañemos, alguna que otra injusticia, cuando no muchas. Los impuestos, tasas, multas  y las más diversas versiones de las medidas confiscatorias son las más evidentes, pero hay más y, entre estas ‘más’, destacan con luz propia las ayudas.

No, no me estoy refiriendo ni a la PAC, ni a las ayudas a los precios, ni a las exenciones fiscales (aunque éstas son las más potables), sino a esas otras que se venden con cierto carácter social pero que, en realidad, enmascaran intencionalidad y quién sabe si buena, mala o ninguna fe.

Porque, claro, quién se va a oponer a que administraciones de toda guisa insuflen una o varias subvenciones a una empresa a la que se le ha quemado la fábrica y que, además, agradecen el esfuerzo de esas mismas administraciones, es decir, de los ciudadanos, con anuncios diseñados por los críticos, muy críticos, de esos mismos políticos que han decidido la concesión. Mira, en esto sí son liberales. Pues oponerse, lo que se dice oponerse, nadie. Pero, claro, esa misma sociedad, tan anestesiada ella, tampoco se opondría a que las misma subvenciones, siquiera fuera más exiguas, se aprobaran para empresas más modestas a las que se le han quemado los huevos (es literal) y cuyas llamas, al parecer, no fueron acompañadas de tanto humo.

En fin, que no nos quememos nosotros; ni este humilde columnista al escribir, ni el amable público al leer, que estamos ya en vísperas de Navidad y todo son buenos deseos.

Blog de Ángel Cuaresma

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