El pregón de nuestra Ministra

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Una de las ventajas de que la ministra de Agricultura pronuncie un pregón de Semana Santa es que me permite escribir de esta celebración en un blog de agricultura, claro. En mi anterior artículo, ya les avanzaba que Isabel García Tejerina había sido designada pregonera de la Cofradía de Nuestra Padre Jesús Nazareno, de Valladolid, hermandad a la que se encuentra vinculada por tradición familiar desde hace muchos años.

Pues bien, pronunciado el pregón, no puedo sino valorar cómo este tipo de actos sirven para que conozcamos la otra vena de nuestros políticos: la de la sensibilidad, la familiar, la humana, en definitiva. Cuando Isabel, hermana nazarena por tradición, por vocación y por devoción, fue nombrada ministra, la describí, y creo no equivocarme, como una mujer de carácter, volcada en su trabajo, en la gestión de la cosa pública, que se caracteriza por dedicar horas y horas a resolver las cuestiones que acucien en cada momento.

Pero ello, con ser cierto, al menos eso creo, no va en menoscabo (todo lo contrario, lo acrecienta) de una personalidad sencilla, cercana, enamorada de su Valladolid y su Nazareno, que, sin duda, le habrá ayudado a escribir de algo que ella, pese a su juventud, lleva viviendo desde hace muchos, muchos años. No les entretendré resumiendo las vivencias y alusiones familiares, que fueron, sin duda, lo más emotivo del pregón, pero no puedo obviar sus referencias a San Isidro Labrador, a los hombres y mujeres del campo, a la labor de servicio de las cofradías, o, y esto me gustó especialmente, la descripción de Simón, el Cireneo, como un hombre del campo que ayudó a Jesús en su Camino hacia el Calvario.

Isabel García Tejerina, en presencia del cardenal Ricardo Blázquez, de numerosas autoridades, de cofrades y pueblo fiel, como mandan los cánones, no dejó por ello de exhibir su sonrisa tímida, ahíta de sencillez, su gesto de humildad natural, de sentirse abrumada por la responsabilidad de presentarse, no como ministra, como cofrade, ante sus hermanos, ante esas personas muchas veces tan exigentes con los suyos. Abrumada, seguro, por ponerse a los pies del Nazareno y exponer sus sentimientos en unos folios tintados de reflexiones sinceras, alejadas de los quehaceres diarios a los que te obliga la intensidad de la gestión.

Hoy, toca volver al trabajo: a solucionar los problemas de las inundaciones, a gestionar la PAC, a enfrentarse a la caída de precios, a negociar con Bruselas, a preparar el próximo Consejo de Ministros… Pero, al menos en estos días, yo me quedo con la expresión de una mujer que, ante cientos de personas, se emociona y se le quiebra la voz al mencionar a sus padres. 

Blog de Ángel Cuaresma

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