El Ministro, aplanado

070618rey planas

Del mismo modo que, hace unos días, retrasé la entrega de esta humilde columna a la espera del nombramiento de ministro de Agricultura (nuestro sector, siempre el último), he dejado pasar unas fechas antes del presente a la espera de ver si el titular del ramo dimitía o no. Llegados al inicio de semana y visto que la dimisión o, en su defecto, destitución por el presidente no parece que se vaya a producir, hora es ya de que el editor cuelgue la columna.

Dicho esto que, obviamente, es parte de la opinión que uno vuelca, no diré yo si Luis Planas debe o no presentar la renuncia como hiciera su colega de Consejo, el que lleva un apellido tan campero como Huerta; pero sí habrá que hacer algunas consideraciones sobre la situación judicial del político y la de tantos de sus compañeros de profesión.

Planas, se me permitirá el juego de palabras del titular, se encuentra en lo que, en el lenguaje jurídico actual, se denomina situación de investigado, anteriormente llamado imputado, que sonaba bastante peor. Esto, en realidad, dista mucho de un juicio oral y mucho más de una condena pero no me negarán que es una condición distinta a la de casi todos los que lean este texto.

Tampoco ocultaré que la posición de investigado depende de una tela tan fina como el capricho de un denunciante o la no menos caprichosa decisión de una autoridad judicial que, y ejemplos hay, por un quítame allá esas pajas, antes te imputaba y ahora te investiga.

Bien, ahora nos aseguran que la Fiscalía, que anteriormente se había opuesto hasta en dos ocasiones, pedirá el archivo, solicitud bastante relevante si tenemos en cuenta que la única acusación provenía del Ministerio Público. El lector, inteligente como es, ya hace líneas que se ha planteado la pregunta clave: ¿Pide el archivo la Fiscalía en este momento porque ha conocido datos nuevos en relación a la causa o por otro motivo menos objetivo?

Pues siempre nos quedará la duda sobre un  ministro cuyo expediente, traducido en capacidad de gestión, era más que aceptable y así me permití escribirlo la semana pasada.

Pero me gustaría volver a la delgada línea (roja, en este caso) que convierte a un político en inmaculado o manchado, la anteriormente considerada en ocasiones capricho. El ya ex ministro y colega Huerta lo definía como jauría. Ya, ya, puede que sea cierto, seguro que lo es. Pero es que este gobierno ha llegado donde ha llegado, en parte, muy en parte, gracias a la jauría.

Blog de Ángel Cuaresma

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