Cruda polémica (II)

img 20160527 011859 1

Como continuación al artículo de la pasada quincena en relación a la arriesgada venta de leche cruda, me gustaría hoy añadir que tal polémica puede extenderse a cualquiera de nuestros productos agrícolas y/o ganaderos, si bien es cierto que el que mayores complicaciones puede acarrear para la salud del consumidor es, precisamente, la leche y sus derivados.

Pero no estamos ante algo nuevo. Todo lo contrario: la decisión sobre consumir productos supuestamente más naturales o aquellos ya envasados o sometidos a un proceso de mayor o menos industrialización forma parte de nuestro día a día y parece que hayamos vuelto a una situación superada hace décadas, a la cual ya me he referido en este medio en no pocas ocasiones.

Podríamos situar el nacimiento de estas pequeñas y cotidianas historias familiares en el desarrollismo de hace algunas décadas, en el éxodo masivo del campo a la ciudad y en esas rápidas escapadas de fin de semana que los nuevos urbanitas aprovechaban para cargar sus coches de productos del pueblo,  de los que presumían en los días siguientes en su barrio de destino.

Este método se fue apagando con la llegada de las épocas de bonanza económica, con los nuevos horarios laborales y, sobre todo, con las cada vez más exigentes preferencias del consumidor, ávido de nuevos formatos. La vuelta al método tradicional llegó con esa crisis de la que este mes de cumplen diez teóricos años (las primeras subprime reventaron hace ya más de once) y la necesidad de apurar la economía hasta límites insospechados.

¿Qué sucede? Pues que algunas familias recortaron en lo que menos costaba, es decir, en la compra de la alimentación diaria, y no tanto en lo que consumían a través de otros canales. La excusa era, precisamente, ese volver a las raíces y adquirir algo supuestamente más beneficioso para la salud, como si la industria y la distribución, en sus diversos canales, no garantizaran unos procesos saludables con unos rigurosos controles de calidad.

Con estas líneas, ni ‘demonizo’, ni defiendo unas u otras opciones, simplemente quiero decir que, sin descartar el canal del hecho en casa, no debemos pensar que ello es mejor que lo que está elaborado por profesionales, que pagan sus impuestos, que crean empleo y cuya obligación es defender por igual a productores y consumidores.

Blog de Ángel Cuaresma

Deja un comentario

Share This